Ir al contenido principal

Una guía



Salmos 25:8-10 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

8-10 Dios mío, tú eres bueno
y siempre actúas con justicia.
Enseñas a los pecadores
a hacer lo bueno;
enseñas a los humildes
a hacer lo bueno y lo justo.
Con quienes cumplen tu pacto
y obedecen tus mandamientos
tú siempre actúas
con amor y fidelidad.


Y la vida se vuelve mucho más sencilla (nunca dije fácil) cuando te das cuenta de que si decides agradar y obedecer a Dios en todo, todas las demás áreas de tu vida comienzan a girar alrededor de Él.
Las cosas son más sencillas, porque todos los mandamientos de Dios son para protegernos y darnos una bendición.

Así que, dejándolo guiar nuestras vidas nos estaremos quitando un enorme peso de encima, claro, hay que poner de nuestra parte ¿No?

Escuché una vez que alguien dijo "Ojalá existiera un manual para la vida."
Bueno, eso no existe, haría a la vida insípida, pero sí tenemos una guía de lo que está bien y mal, y de lo que Dios tiene para decirnos.
Él no promete sacarte de todos tus problemas, si no ayudarte en todos y cada uno de ellos.

17 Dios escucha a los suyos
y los libra de su angustia.
18 Dios siempre está cerca
para salvar a los que no tienen
ni ánimo ni esperanza.
19 Los que son de Dios
podrán tener muchos problemas,
pero él los ayuda a vencerlos.
20 Dios cuida de ellos
y no sufrirán daño alguno.

Salmo 34:7-20

Comentarios

Breve, conciso y con seso, como diría el pastor Alejandro Zamora.

Déjame citarte dos veces:
"Las cosas son más sencillas, porque todos los mandamientos de Dios son para protegernos y darnos una bendición".

y

"Él no promete sacarte de todos tus problemas, si no ayudarte en todos y cada uno de ellos".

Cuando entiendes estos dos temas, efectivamente, la vida se simplifica, aunque sigue teniendo ese grado de dificultad que no siempre nos agrada, ¿cierto?

Que Dios te siga bendiciendo. Muy buen artículo.

Entradas populares de este blog

Aquí estoy.

Pensé que podía malgastar mi vida sin consecuencia alguna, que podría hacer lo que me placiera sin necesidad de darte cuentas. ¿Cómo puedo ser tan malagradecida? Me alejé por el camino que me pareció correcto, quizá pensé que sería divertido, que sería fácil. Me dijiste que te escuchara, que me guiarías por sendas de paz pero seguí caminando sin mirar por dónde estaba pisando... Una a una me tragué las mentiras que me ofreció el mundo, voces y más voces, a mi parecer, muy sabias. Las escuché y canté su melodía. Un día me desperté en medio de un charco de asqueroso lodo. Tierra sucia, barro indeseable, polvo de lágrimas. Me quedé sentada durante unos instantes, me dije a mi misma que debía ser fuerte, que no tenía nada de malo, que todos estaba allí. Poco a poco las voces rompieron mi silencio y comenzaron a hablar de nuevo. Esta vez presté atención y las voces que me habían parecido tan sabias en realidad sonaban tan confundidas como la mía. Entonces caí en la c

Afan...

"Por eso les digo: No se preocupen por su *vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?" Cómo miles de personas en México, mi familia no se libró de los estragos de la crisis económica. No me había dado cuenta de cuánto estrés estaba reteniendo dentro por lo mismo. No es la primera vez que atravezamos momentos difíciles, sólo que entonces era muy pequeña como para darme cuenta. Ahora, que manejo en mi diario vivir un poco más de capital para gastos escolares, recreativos o necesarios, puedo sentir la preocupación de saber administrarlo correctamente. Ese miedo de derrochar las cosas... esa sensación de impotencia. Gracias a Dios por que Él siempre cumple sus promesas, nunca nos ha faltado ni nos faltará que vestir, dónde dormir o que comer. No estamos en el hoyo ni mucho menos, pero las carencias comienzan a sentirse. Esa presión. Pero hoy, mi papá compartió con nosotros un

Él perdona...

Ya está. Conocemos lo que hay que hacer para arrepentirnos de nuestros pecados. Sabemos que Dios nos perdona. ¿Lo sabemos? Pero... existen cosas en nuestro pasado que guardamos bajo llave muy, muy en lo profundo de nuestro corazón. No queremos que nadie lo sepa, es más, ni siquiera queremos recordarlo nosotros mismos. Pero es parte de lo que somos y es lo que nos trajo al lugar en donde estamos ahora, sea bueno o malo. Algo nos pesa, venimos arrastrando un algo desde muchas millas atrás. Es entonces cuando tienes que detenerte y revisar tu cofre de secretos. Algo allí no anda bien. Algo allí te detiene. ¿Por qué? Entonces quizá contra nuestra voluntad, recordamos ese algo que habíamos logrado ignorar por un rato y nos damos cuenta de lo mucho que nos pesa. Caemos en la cuenta de que nos está hiriendo el pasado y quizá dudamos si Dios podría perdonarnos eso. Pero no lo dudamos porque sea algo que haya que cuestionarse. Dios perdona. El lo prometió. El perdona a los que se a